Los procesos fisiológicos que se ven afectados por la memoria implícita incluyen los siguientes: rendimiento, nivel de excitación, tiempo de reacción, habituación y velocidad de procesamiento talámico (en el cerebro).
Una de las pruebas más utilizadas para la memoria asociativa implícita es el cebado, que fue desarrollado por Kutas & Hillyard en 1980.[1]. El priming se utiliza para probar si una palabra o imagen influye en la forma en que el sujeto responde a otro estímulo, lo que indica que ya se ha encontrado con la palabra o imagen antes.
Un ejemplo de preparación es cuando a una persona se le muestra la imagen de un automóvil y luego se le pide que identifique una segunda imagen que esté relacionada de alguna manera (p. ej., otro automóvil). Si pueden identificar la coincidencia correcta más rápido que si nunca hubieran visto la primera imagen, entonces se considera evidencia de que la primera imagen preparó a la persona para reconocer la segunda.
La memoria asociativa explícita se basa en el recuerdo consciente de información o eventos. Hay dos tipos de memoria asociativa explícita: episódica y semántica.[1].
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